Luis-Fernando Valdés
Robert G. Edwards, “inventor” de la fecundación “in vitro”, ha sido galardonado con el Premio Nobel en ciencias. Es un premio científico con grandes repercusiones éticas. ¿Es moralmente bueno manipular la paternidad y la maternidad? ¿Es ético todo lo que la ciencia es capaz de conseguir?
El científico británico, Robert G. Edwards (25.IX.1925), "inventor" de la Fecundación "in vitro", fue galardonado con el Premio Nobel de medicina 2010.
El pasado 5 de octubre Göran K. Hansson, secretario del Comité de Fisiología y Medicina del Nobel, afirmó que el método creado por Edwards, junto con su colega Patrick Steptoe (fallecido en 1988), es una esperanza para las mujeres con infertilidad. Según Hansson, “la visión de Edwards representó una revolución en ciencia y una oportunidad para muchas mujeres en el mundo”.
Edwards descubrió los principios básicos de la fertilización humana y su método dio resultado el 25 de julio de 1978, cuando nació Lucy Brown, el primer “bebé de probeta”. Se estima que, a la fecha, al menos 4 millones de bebés han nacido mediante este proceso.
Sin embargo, desde el punto de vista ético hay mucho que decir. Sin duda, cada una de las personas que haya sido engendrada por este método posee plena dignidad humana y es hija de Dios. Pero esto no le quita importancia a los atropellos a que fueron sometidos otros seres humanos, fallecidos en la fase embrionaria, utilizados en este método.
La fecundación “in vitro” (FIVET) puede ser vista desde dos aspectos: subjetivo y objetivo. El primero hace referencia a los deseos de paternidad y maternidad de un matrimonio que no ha podido engendrar. Es un deseo legítimo, pero que no puede llegar al punto en que se presupone que el embrión no merece pleno respeto, cuando sus padres tienen un deseo que satisfacer. En tal caso, el hijo no es un fin en sí mismo, sino un medio utilizado por sus padres.
Actualmente, hay varios cientos de miles de embriones –seres humanos– congelados en refrigeradores especiales como éste.
El aspecto objetivo radica en que el método mismo atropella a seres humanos verdaderos. El proceso de la FIVET consiste en producir una importante cantidad de óvulos, extraerlos de la madre, y fecundarlos en una probeta. De los óvulos fecundados –que ya son un ser humano vivo, distinto de sus padres–, unos son implantados en el útero y otros conservados en refrigeración, por si hacen falta más adelante.
Muchos de esos embriones mueren durante el proceso. En declaración del Dr. Marco Antonio Cruz Téllez, especialista del Centro Médico Nacional La Raza, “el principal reto es que cada intento de fertilización su porcentaje de éxito no rebasa el 20 por ciento, y se debe tener un mayor porcentaje de posibilidades, porque no con el primer procedimiento se consigue un embarazo”.
En otras palabras, cada vez que se intenta un proceso de FIVET, mueren 8 de cada 10 seres humanos en estado de embrión. Además, también es muy trágico e inhumano que actualmente hay varios centenares de miles de embriones congelados: son personas que han sido privadas de nacer, en espera de ser implantados… o destruidos.
Desde el punto de vista de la deontología médica, sería poco sensato aprobar un tratamiento contra la enfermedad que fuera, en la que murieran 8 de cada 10 pacientes. Sin embargo, en el caso de la FIVET, se ve como algo normal que mueran el 80 por ciento de los embriones, los cuales ya son seres humanos.
¿Qué implicaciones éticas tiene este Nobel de medicina? El presidente de la Academia Pontificia para la Vida, Mons. Ignacio Carrasco de Paula, lo explica: “sin Edwards no habría el mercado de óvulos”, ni habría “congeladores llenos de embriones en espera de ser transferidos a un útero” pese a que “probablemente terminarán por ser abandonados o morir”.
Correo: lfvaldes@gmail.com
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Luis Fernando,
ResponderBorrarMuy bueno tu artículo. Definitivamente este procedimiento es absolutamente anti-ético y anti-moral. Te falto agregar otros puntos muy importantes que completen el panorama. Este es uno de los negocios más lucrativos en el que los especialistas médicos que adelantan éstas practicas nunca pierden. Te cobran millones por el proceso, no garantizan nada si de él no se obtiene un bebe, y por lo tanto se embolsan la totalidad de lo cobrado como si hubiera sido un procedimiento exitoso, sin que la pareja interesada reciba nada en devolución, excepto la tristeza de no haber podido procrear después de tanto esfuerzo.
Fomentan otra práctica, la compra de semen y óvulos para fecundar, creando un negocio colateral de hombres y mujeres que se dedican inmoralmente a ésta actividad. Muchos padres ni siquiera son los padres biológicos del bebe en un 100%, todo les ha sido suministrado por éstas clínicas. Otras veces los mismos padres pagan por el semen, si el problema es del padre, o por el óvulo si éste es de la madre. Entonces hay una especie de adulterio moral de hijos que son en parte de uno pero no de los dos padres, y claro en todo este proceso, como dices, miles y miles de embriones mueren diariamente en el mundo.
Y es más, de los embriones sobrantes, muchas de éstas clínicas los venden a otras parejas ocultamente, sin que los verdaderos padres se enteren obteniendo pingües ganancias con embriones ajenos. O los entregan en venda o donación a laboratorios científicos en el mundo para sus diferentes experimentos biológicos. ¡Nada más inmoral que esta práctica de la reproducción in-vitro, y esa manipulación humana por estos entes indolentes!
Atentamente,
Leopoldo Varela Acosta
Muchas gracias, Leopoldo, por aportarnos datos tan importantes sobre este tema. Estoy seguro que a los lectores de este blog les ayudará mucho.
ResponderBorrarSaludos,
P. Luis-Fernando Valdés
Un tema muy interesante. POr supuesto, es frankensteiniano el asunto. Mi experiencia fue de locos. Afortunadamente mi mujer se embarazó naturalmente. Pero, antes de lograrlo, había una gran presión por parte de su ginecóloga porque no quedaba embarazada para hacer una inseminación artificial como primera alternativa o FIVET como segunda alternativa. Para mi mujer sí era algo a considerar. Para mí se me hace aberrante el proceso. ¿Por qué dejar que le inyecten semen a mi mujer? ¿Por qué dejar que hagan a un hijo mío en un laboratorio? ¿Por qué confiarle esto a un doctor/ser humano? Creo que hay una gran responsabilidad también por parte de los doctores, clínicas, etc. Y pareciera que algunos quieren aprovecharse de esto. Pero hay que entender que la paternidad es un regalo, un privilegio, no un derecho...y si encima metemos todas las emociones que atraviesan a una pareja que quiere tener un hijo y de entrada no puede, pues se vuelve un tema muy complejo. Pero es inmoral el acto en sí mismo y es inmoral el modo en que se conducen algunos doctores: para ellos es más negocio simplemente.
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