Luis-Fernando Valdés
Este fin de semana, Benedicto XVI realiza un viaje pastoral a la República Checa, conocida como el “Corazón de Europa”, por ser un punto geográfico donde confluyen la cultura, el arte y diversas tradiciones de los diversos países europeos. Además, las raíces cristianas están profundamente plasmadas en esta nación, porque ahí los grandes evangelizadores, los santos Cirilio y Metodio, pusieron por primera vez, por escrito, la antigua lengua eslava. Al escoger este escenario tan característico de la cultura europea, ¿qué mensaje intenta transmitir el Santo Padre?
Ésta es la exhortación del Romano Pontífice a la vieja Europa: que así como el cristianismo fue capaz de dar raíces y plasmar la identidad y la herencia cultural europea siglos atrás, también hoy la fe cristiana tiene la fuerza para dar una visión trascendente y más humana a los países del viejo continente. Es decir, el Papa afirma que el cristianismo no sólo no está superado, sino que contiene una gran fuerza espiritual para renovar la sociedad.
El Obispo de Roma, en los diversos discursos que ha pronunciado en este viaje, ha hecho alusión a diversos momentos clave de la historia de esa República, y ha intentado ilustrar la manera cómo el cristianismo ha sido un factor importante tanto para consolidar la cultura, como para superar las dificultades.
Así, a veinte años de la llamada “Revolución del terciopelo”, movimiento cultural y político que consiguió la liberación de la antigua Checoslovaquia del poder del comunismo soviético, Benedicto XVI exhortó a que “una vez recuperada la libertad religiosa”, los checos “redescubran las tradiciones cristiana que han plasmado su cultura” y les recordó que “sin Dios, el hombre no sabe a dónde ir y no alcanza siquiera a comprender quién es él (el hombre)”.
El Papa expuso el rol de cristianismo en la sociedad contemporánea, en la cual convergen las diversas religiones. Se trata de un papel ético en la configuración de la Europa de hoy, pero no de un papel político ni de dominación religiosa. Afirmó que “en pleno respeto a la distinción entre la esfera política y la religiosa –distinción que garantiza la libertad de los ciudadanos para expresar su propio credo religioso e vivir en sintonía con él–, deseo remarcar el rol insustituible del cristianismo, para la formación de la conciencia de cada generación y para la promoción de un consenso ético de fondo, al servicio de cada persona”.
Esta tarea del cristianismo se concreta, por ejemplo, en la búsqueda de la verdadera libertad. Con motivo de la libertad política recuperada por los checos hace 20 años, el Pontífice les recordó que toda generación tiene el deber fundamental de reforzar las “estructuras de libertad”. Y eso, “presupone la búsqueda de la verdad –del verdadero bien– y, por tanto, encuentra su culmen en conocer y hacer lo que es recto y justo”.
En el gran escenario arquitectónico de la Bohemia, Benedicto XVI envía un mensaje que también puede ser válido para una nación multisecular como la nuestra, que aún continúa consolidando su rostro. Las raíces cristianas de nuestro País –que en su momento fueron factor de identidad y unidad nacional–, hoy tienen un nuevo papel –de orden ético– para la configuración de un México plural y multi-religioso. Nos une la conquista de la verdadera libertad, y el cristianismo tiene un empuje vital para esa búsqueda, y transmite un mensaje de amor que impulsa a la convivencia y a la comprensión.
Correo: lfvaldes@gmail.com
http://columnafeyrazon.blogspot.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Compártenos tu opinión