Luis-Fernando Valdés
Una de las voces que no se había pronunciado oficialmente sobre el Bicentenario es la Iglesia Católica. Recientemente lo acaba de hacer, mediante una Carta Pastoral, el pasado día 1 de septiembre. En un País plural como México, ¿qué puede aportar la Iglesia para todos los mexicanos en este aniversario ?
Esta Carta del episcopado puede ser una sorpresa para quienes miran aún a la Iglesia con los paradigmas del s. XIX, como si esta Institución buscara retornar a la época Virreinal. Pero este documento no habla de volver al pasado (tradicionalismo), que sino que busca discernir cuál fue la participación de la Iglesia en la Independencia y la Revolución, cuál ha sido su servicio a la Nación, para retomar con vigor los retos y desafíos de hoy, con una firme esperanza en el futuro (cfr. nn. 6 y 139).
Para la elaboración de la Carta, se contó con la opinión de historiadores profesionales, y así se pudo ofrecer una visión de la historia muy equilibrada, en la que se observa el papel positivo de la Iglesia (cfr. nn. 8-58), y se destaca con respeto el papel del Cura Hidalgo y del Padre Morelos y se aclara el tema de sus excomuniones (cfr. nn. 15-16 y 33-38).
El escrito pastoral tiene una excelente cimentación histórica, antropológica y teológica. Y desde ahí aborda los temas del presente de nuestro País (cfr. nn. 60-90), con un gran sentido de la pluralidad, pues la Iglesia entiende que en nuestra Patria, hoy día, convivimos personas de diversos credos y convicciones.
Entre las múltiples aportaciones para afrontar la actual crisis social, destaca una, en la que brilla el espíritu cristiano: la reconciliación nacional (cfr 129-135). Disculpar nunca es fácil, pero como la fe cristiana está fundada en la reconciliación del hombre con Dios y de los hombres entre sí, la doctrina católica puede ser un elemento catalizador de la reconciliación nacional.
La propuesta del documento del episcopado incluye la reconciliación de nuestras raíces tanto indígenas como españolas; la reconciliación de las diversas etapas de nuestra historia (sin excluir ni el Virreinato, ni el momento actual de transición hacia una mayor democracia) (cfr. n. 129).
A la vez, este escrito propone la “reconciliación entre las distintas formas de pensar, erradicando fundamentalismos laicistas o las intolerancias religiosas de cualquier signo”. También propone la “reconciliación entre las diversas clases sociales, superando el desprecio y la desconfianza de unos y otros para buscar el desarrollo de todos, sin injusticias ni discriminaciones” (cfr. n. 130).
El documento señala que después de la Independencia ha habido una gran enfrentamiento ideológico que “dividió al País y nos llevó a rencores casi insuperables”, y que ese mismo fenómeno sucede en la política actual: “por la intolerancia política de unos y la falta de compromiso de otros” ha vuelto a resurgir la discordia que paraliza el progreso. Por eso, “sin una reconciliación política basada en el diálogo, el reconocimiento de los adversarios ideológicos y el respeto de las instituciones, no hay progreso posible” (cfr. n. 130).
Esta Carta Pastoral puede significar un nuevo hito en la historia de la Iglesia en México, porque se reconcilia con la historia y aporta los elementos específicamente cristianos que pueden ayudar a la sociedad. Si se estudia el contenido del documento –que es realista e incluyente–, desde ahora la Iglesia católica puede ser una voz importante, en el diálogo por la reconciliación nacional.
Correo: lfvaldes@gmail.com
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